En una de las esquinas enfrentadas a la plaza de armas de Linares, Región del Maule (Chile), se debía reconstruir un pequeño edificio de un colegio que completa casi la mitad de la manzana, y había sido gravemente dañado por el terremoto del 27F (2010).
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Edificio Administrativo Curricular Liceo María Auxiliadora from redfundamentos on Vimeo.
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La oportunidad de reordenar un establecimiento que había crecido inorgánicamente, permitió concentrar en el nuevo edificio todo el programa público del colegio que enfrentaría, ahora, al espacio urbano más consolidado de la ciudad. Oficinas de administración, de profesionales y de dirección, además de salas de reunión, atención de apoderados y centro de alumnas, serían animados por una circulación en doble altura que cruzaría el edificio hasta el interior del colegio. De esta forma posterga la condición privada que podría haber tenido, entendiendo la condición pública exterior que promueve el encuentro casual y la interacción entre los diferentes actores, creando múltiples vistas entre los distintos niveles y recintos, activando un edificio que, finalmente, conecta la plaza con el patio.
Fotografía: © Philipe Blanc, SURCO
El edificio se concibe como una pieza que recompone la continuidad de un conjunto de dispares construcciones donde las circulaciones secundarias que se desarrollan en los dos niveles del edificio, y complementan a la principal, recuperan conexiones y accesos que habían ido desapareciendo conforme las necesidades se materializaban en adecuaciones provisorias que se perpetuaban, transformándose en la antesala a la antigua capilla interior.
Fotografía: © Philipe Blanc, SURCO
El acceso cambia su posición respecto del original, de modo que desmaterializa la esquina que formaría el encuentro de los dos pabellones (justificada su forma a un trazado trapezoidal de la ciudad) e impide la ortogonalidad en ese punto, armando un nuevo pórtico que toma una mayor altura que los volúmenes que lo acompañan. Así, este pórtico es capaz de albergar la escala de los enormes plátanos orientales que invaden la plaza de enfrente y de dotar de iluminación natural el interior del edificio.
Fotografía: © Philipe Blanc, SURCO
Exteriormente, en sus fachadas públicas, un frontón de acero oxidado le hace frente a la pátina del ladrillo de la Catedral de la ciudad y, en el eje contrario, un muro vegetal de hoja caduca acompaña el verdor de la Plaza de Armas. El acceso que ha quedado entre ambos acoge una imagen de la virgen transformándose en una suerte de gruta urbana. La expresividad y concepción estructural, que dotan de cierta atmósfera la obra, es el resultado de responder con materiales en bruto como el hormigón, el acero o la madera a un presupuesto acotado por los fondos gubernamentales de reconstrucción adjudicados.
Fotografía: © Philipe Blanc, SURCO
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