El Ayuntamiento de Vilassar de Dalt (Barcelona) requería la protección y conservación de los restos de tres hornos industriales romanos de cocción de piezas cerámicas del siglo I a.C. situados en la zona del yacimiento arqueológico del parque de La Fornaca; junto con el desarrollo de un programa museístico y su incorporación a la nueva estructura del entorno en la que se incluye un polígono industrial.
En el desarrollo del proyecto se debía tener en cuenta, además, el tipo de visitantes que acudirían al museo. Por un lado, caminantes, que lo descubrirían por casualidad dando un paseo por el entorno natural, y deberían poder apreciar y entender los restos arqueológicos sin entrar físicamente en ellos y, por otro, grupos en visitas guiadas.
Dando respuesta a todos estos requerimientos, Toni Gironés mantuvo los restos bajo tierra, tal y como han estado durante siglos, provocando que la traslación de estos a nuestro tiempo se produjera utilizando la luz natural, lo que consiguió mediante una cubierta agujereada que, finalmente, pasa a ser la fachada principal desde el parque. La otra fachada del edificio muestra un corte en el terreno, un estrato geológico a través del cual accedemos a un nuevo lugar, donde se intentan mantener las mínimas referencias espaciales y temporales, para poder contemplar los restos en su esencia, entrando casi a ciegas, potenciando los otros sentidos: los olores, la temperatura, el silencio…
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