El proyecto propone dotar a la futura sede de las dos Consejerías de una cierta singularidad y carácter público, sin menoscabar por ello la eficacia funcional exigible a un edificio estándar de oficinas.
Fotografía: © Pedro Pegenaute
Una crujía homogénea de 12.40 metros, sin pilares intermedios, idónea para uso administrativo, da forma a los cuerpos de ocho plantas que se entrelazan, generando una figura singular. La edificación, al prolongarse hasta el perímetro del solar, define las alineaciones de las calles sin perjudicar a los edificios vecinos.
Fotografía: © Pedro Pegenaute
El largo perímetro de iluminación constituye una fachada modulada y continua que, al plegarse, genera espacios abiertos y arbolados. Sobre las ocho plantas, una cubierta inclinada proporciona espacio para las instalaciones. El perfil y la volumetría cambiante deben dotar al edificio de la singularidad adecuada a su carácter público.
Fotografía: © Pedro Pegenaute
El ancho de crujía permite incluir tanto despachos modulares como oficinas abiertas a un lado y otro de una circulación central. Cada planta se puede organizar de manera flexible. Los núcleos fijos se sitúan en la intersección de los elementos absorbiendo las irregularidades geométricas del cruce de las distintas alineaciones. En estos puntos se disponen los núcleos de circulación vertical, los aseos y una sala para reuniones. Las circulaciones serán continuas y centradas respecto a las áreas de trabajo. La disposición de despachos o áreas de trabajo abiertas se organizará con flexibilidad en función de las necesidades de cada servicio o de cada momento de la vida del edificio.
Fotografía: © Pedro Pegenaute
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