Situada a mitad de camino entre dos pueblos, en un espacio común de celebraciones, la ermita de San Isidro, perteneciente a Herreruela de Oropesa (Toledo), es el resultado del trabajo común de carpinteros, albañiles, pintores y arquitectos, y la colaboración de buena parte de la población.
Aunque existía una idea previa, su forma fue adaptándose para resolver los problemas y planteamientos que surgían durante la construcción. La ermita se adapta a la pared de roca, a su lado queda una montaña que aparece a partir del amontonamiento de la tierra retirada y que se decide conservar.
La madera utilizada procede de unos cortes de tableros de castaño viejo. Las piezas hexagonales se encontraron en el huerto trasero de la carpintería y se han colocado con sencillos mallazos.
Texto publicado en la revista Arquitectura COAM nº 359 (2010)
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