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PARQUE ARQUEOLÓGICO Y CENTRO DE INTERPRETACIÓN DEL ARTE RUPESTRE · 2/18/2014

La importante carga poética de RVR y especialmente de Pepe Valladares, con el que pudimos coincidir en varias ocasiones, queda de manifiesto en este proyecto sensible con el territorio gallego. Presentamos una lectura de aproximación al Centro de Interpretación recuperando las actuaciones puntuales en el camino de acceso, los acentos del paisaje, y una intervención que se incorpora al lugar de una manera amable y natural.

El Parque Arqueológico del Arte Rupestre, ocupa una superficie de 21,8 hectáreas en la parte central de la Zona Arqueológica de Paredes-Praderrei en Campo Lameiro, Pontevedra, en la que se encuentra una de las concentraciones más importantes de arte rupestre de Europa. El edificio del Centro de Interpretación, con espacios expositivos abiertos al público y otros de administración y documentación de uso restringido y especializado, se sitúa al sur del área arqueológica, y forma con ella un proyecto unitario de intervención en el paisaje.

El aspecto exterior del edificio, recubierto de losas de granito que se solapan para que el agua de la lluvia discurra sobre ellas y cuya geometría provoca continuas variaciones de luz y sombra a lo largo del día, es el de una gran roca que emerge del terreno, con el que busca unirse sin renunciar a su identidad intensamente tectónica. Al atravesar el gran hueco que lo orada y caminar hacia los grupos de petroglifos su forma sin embargo se va perdiendo paulatinamente entre los árboles. En el interior, la luz penumbrosa, procedente de los profundos lucernarios que lo atraviesan, caracteriza fuertemente los principales espacios.

El trabajo en el parque se realizó básicamente a través de dos acciones: una primera que consistió en la tala de eucaliptos y parte de los pinos existentes y el desbroce sucesivo del monte bajo para liberar así las masas de robles ocultas y permitir el empradizado natural del suelo. Y una segunda con la apertura de caminos de tierra que enlazan los grupos de petroglifos y la construcción de plataformas de madera para la observación de los mismos.

“En el valle medio del río Lérez, en los ayuntamientos de Campo Lameiro y Cotobade se encuentra una de las concentraciones más importantes de arte rupestre de Europa. Este es el motivo por el que se ha elegido Campo Lameiro como sede del Parque Arqueológico y Centro de Interpretación y Documentación del Arte Rupestre, que será centro de referencia para la difusión y el estudio del arte rupestre gallego.

El Parque Arqueológico del Arte Rupestre abarca una extensión de 21,8 Ha y en él se encuentran algunos de los grupos de petroglifos de mayor interés de la zona. El centro de interpretación alberga espacios expositivos destinados a la difusión del conocimiento relativo a los gravados rupestres, y espacios destinados a la conservación y a la investigación sobre el arte rupestre.

El centro de interpretación se plantea como una antesala del parque arqueológico en el sentido de preparar al visitante para el recorrido por el yacimiento, no sólo mediante los contenidos del programa museístico, sino también mediante la creación de un espacio arquitectónico que interactúe con el visitante convirtiendo la visita en un acontecimiento en el que los aspectos culturales y lúdicos se fusionen con los vivenciales, intensificando su percepción.

El modo de vida actual dista enormemente del de los hombres que realizaron los grabados rupestres, también el paisaje ha cambiado, la vegetación es distinta, los animales que poblaban esos bosques se han extinguido y la percepción del entorno que tenían aquellos hombres es muy distinta de la nuestra, sin embargo existen sensaciones primarias y sentimientos que siguen siendo los mismos, a pesar de que, en la confusión de la vida moderna, a menudo nos pasen desapercibidos. El proyecto parte de la idea de crear un edificio en el que se potencien ese tipo de sensaciones. En el que la percepción visual no sea preponderante, en el que las sensaciones auditivas y táctiles sean también determinantes en la percepción que el visitante tiene del espacio.

El interior de las salas de exposición niega la visión del exterior, el visitante que las recorre tiene como única referencia respecto al exterior, los sonidos que le llegan a través de los lucernarios que atraviesan el edificio: el sonido de la lluvia o del viento en los árboles, el eco de los sonidos que llegan a través del valle, el sonido monótono de los insectos en verano, los sonidos ocasionales de los pájaros…

Los espacios de recepción y exposición reciben una luz tenue de los lucernarios, el visitante al entrar en el edifico ha de adaptar la retina a la luz interior, en estos breves instantes son los otros sentidos los que contribuyen a la percepción del espacio haciendo patentes sensaciones como el movimiento del aire por el edifico, las texturas de los materiales, la sonoridad, la reverberación, la leve inclinación del pavimento en el tránsito hacia las salas, etc.

El movimiento de los visitantes desde el exterior hasta las salas de exposición se produce descendiendo de manera continuada y suave, el edifico penetra en el terreno y la sensación es la de penetrar en una gran oquedad que cobija al visitante, en contraste con la desprotección del espacio exterior.

El aspecto del edifico es el de una gran roca que emerge del terreno, con su volumetría clara y rotunda se integra en el paisaje de forma natural, su silueta se pierde entre los árboles, pero su geometría es fácilmente identificable desde el otro lado del valle, para quien sabe que esta allí.

La luz se refleja de distintas formas en las losas de granito que revisten los muros exteriores, proyecta sombras sobre la propia fachada, que van cambiando a lo largo del día, su aspecto es fuertemente texturado, queriendo acercarse al mundo natural, pero sin renunciar a su propia identidad profundamente tectónica.

El edificio se relaciona con el visitante de una forma intensa y a la vez primitiva, su geometría no crea espacios exteriores, el espacio exterior es el espacio natural con su microcosmos de vegetación y vida animal. Invita a subirse sobre su cubierta, como se sube a las piedras que afloran en los oteros, para contemplar el paisaje.”

(rvr arquitectos, fragmento de la memoria del anteproyecto del concurso convocado para la realización del edificio, en él se recogen las ideas iniciales que sirvieron como base de partida al proyecto).

Imágenes:

Ubicación aproximada: