La actuación consistía en la limpieza y rehabilitación de un antiguo depósito de agua respetando la estructura y morfología propia del edificio original: una construcción compuesta por dos grandes aljibes, divididos entre sí por un grueso muro, y una torre de planta octogonal que sobresale del volumen de los depósitos.
En el primer caso, el interior, hermético y oscuro, con muros de unos tres metros y medio de altura, se transforma totalmente con la incorporación de huecos. El primero, para dar acceso al edificio, y, una vez dentro, para lograr una buena iluminación natural del espacio (con ese objetivo se horadan las bóvedas), para comunicar los dos aljibes y permitir una correcta circulación (se perfora el muro de separación en cuatro puntos) y para permitir el ascenso a la cubierta (se hacen agujeros en el interior de los muros).
La torre alberga, tras la rehabilitación, un espacio diáfano, limpio, encalado y luminoso que se divide en distintas aulas, cuando es necesario, mediante cortinajes. Los servicios y programas fijos: aseos, cabina de grabación, laboratorio fotográfico y centro de datos e instalaciones se concentran en un cilindro dentro de la misma, que tiene un carácter más ligero, de objeto efímero, contrastando con la pesadez implícita de los muros del perímetro.
Ubicación aproximada:
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